Amanecí en un valle de verdes praderas,
atravesé senderos inéditos en mi memoria,
no sentí temor ni tristeza, toda la pasión la furia y la tristeza
se habían desvanecido en el aire y una inmensa paz toda mi alma.
No muy lejos, sentado a orillas de un rió,
a un anciano vi con ojos cansados de siglos.
Con la sabiduría de ellos en la mirada,
hablo con voz firme, suave y segura.
Me hablo en idiomas nunca antes hablados,
sin embargo, cada palabra, cada frase, ilustro cientos de historias dentro de mi.
Me llamo por mi nombre y me dijo: Esta es tu historia, la que viniste a oír.
El hombre se pierde en su búsqueda, se pierde entre sus huellas.
Ellas les quedan grandes, grandes de primavera.
Y lo que se acumula no se saca fácilmente.
Se absorbe gota a gota.
Y esa pálida señora negra, que te espera...
Porque lo que se acumula, no se saca fácilmente.
Se absorbe gota a gota.